Aprendamos de Felipe
“Pero Felipe se encontró en Azoto; y pasando, anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea.” Hechos 8:40.
Felipe es mencionado por primera vez como uno de los 7 elegidos para el trabajo de benevolencia en la iglesia en Jerusalén. Tenía buen testimonio, era lleno del Espíritu Santo y de Sabiduría. (Hechos 6:3-5)
Aunque era un trabajo muy importante el área en la que estaba sirviendo, no se conformó simplemente con “servir mesas”. Sino que, al ver la persecución encabezada por Saulo de Tarso, él fue a la ciudad de Samaria y predicó a Cristo.
“Felipe, se dirigió a la ciudad de Samaria y allí le contó a la gente acerca del Mesías. Las multitudes escuchaban atentamente a Felipe, porque estaban deseosas de oír el mensaje y ver las señales milagrosas que él hacía. Muchos espíritus malignos fueron expulsados, los cuales gritaban cuando salían de sus víctimas; y muchos que habían sido paralíticos o cojos fueron sanados. Así que hubo mucha alegría en esa ciudad. Un hombre llamado Simón, quien por muchos años había sido hechicero allí, asombraba a la gente de Samaria y decía ser alguien importante. Todos, desde el más pequeño hasta el más grande, a menudo se referían a él como «el Grande, el Poder de Dios». Lo escuchaban con atención porque, por mucho tiempo, él los había maravillado con su magia. Pero ahora la gente creyó el mensaje de Felipe sobre la Buena Noticia acerca del reino de Dios y del nombre de Jesucristo. Como resultado, se bautizaron muchos hombres y mujeres. Luego el mismo Simón creyó y fue bautizado. Comenzó a seguir a Felipe a todos los lugares a donde él iba y estaba asombrado por las señales y los grandes milagros que Felipe hacía.” Hechos 8:5:13 (NTV)
Hay varias lecciones que podemos aprender de Felipe, pero en estos pasajes lo que más me llama la atención es su disposición y el corazón para servir al Señor obedeciendo su mandato de predicar el Evangelio al mundo.
A Felipe no le importaron los problemas, ni las consecuencias que iba a sufrir, lo único que él quería era anunciar el evangelio, dar esperanza a esas personas perdidas y mostrar el poder de Dios por medio de los milagros que hizo.
Nosotros también podemos y debemos ser obreros dedicados y dispuestos a anunciar el mensaje de Jesús por donde vayamos.
Felipe es mencionado por primera vez como uno de los 7 elegidos para el trabajo de benevolencia en la iglesia en Jerusalén. Tenía buen testimonio, era lleno del Espíritu Santo y de Sabiduría. (Hechos 6:3-5)
Aunque era un trabajo muy importante el área en la que estaba sirviendo, no se conformó simplemente con “servir mesas”. Sino que, al ver la persecución encabezada por Saulo de Tarso, él fue a la ciudad de Samaria y predicó a Cristo.
“Felipe, se dirigió a la ciudad de Samaria y allí le contó a la gente acerca del Mesías. Las multitudes escuchaban atentamente a Felipe, porque estaban deseosas de oír el mensaje y ver las señales milagrosas que él hacía. Muchos espíritus malignos fueron expulsados, los cuales gritaban cuando salían de sus víctimas; y muchos que habían sido paralíticos o cojos fueron sanados. Así que hubo mucha alegría en esa ciudad. Un hombre llamado Simón, quien por muchos años había sido hechicero allí, asombraba a la gente de Samaria y decía ser alguien importante. Todos, desde el más pequeño hasta el más grande, a menudo se referían a él como «el Grande, el Poder de Dios». Lo escuchaban con atención porque, por mucho tiempo, él los había maravillado con su magia. Pero ahora la gente creyó el mensaje de Felipe sobre la Buena Noticia acerca del reino de Dios y del nombre de Jesucristo. Como resultado, se bautizaron muchos hombres y mujeres. Luego el mismo Simón creyó y fue bautizado. Comenzó a seguir a Felipe a todos los lugares a donde él iba y estaba asombrado por las señales y los grandes milagros que Felipe hacía.” Hechos 8:5:13 (NTV)
Hay varias lecciones que podemos aprender de Felipe, pero en estos pasajes lo que más me llama la atención es su disposición y el corazón para servir al Señor obedeciendo su mandato de predicar el Evangelio al mundo.
A Felipe no le importaron los problemas, ni las consecuencias que iba a sufrir, lo único que él quería era anunciar el evangelio, dar esperanza a esas personas perdidas y mostrar el poder de Dios por medio de los milagros que hizo.
Nosotros también podemos y debemos ser obreros dedicados y dispuestos a anunciar el mensaje de Jesús por donde vayamos.
Fuente: Diego Jora CVCLAVOZ
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