viernes, 14 de octubre de 2016

Un Dios que restaura

                   

Un Dios que restaura


Leemos en la Biblia la historia de Manasés, un niño de 12 años que a pesar de su corta edad, tenía la enorme responsabilidad de reinar sobre Jerusalén. La Biblia nos dice que,  a diferencia de su padre Ezequías, Manasés estaba tomando decisiones que iban en contra de la voluntad de Dios y en favor de la idolatría.
Porque él reedificó los lugares altos que Ezequías su padre había derribado, y levantó altares a los baales, e hizo imágenes de Asera, y adoró a todo el ejército de los cielos, y les rindió culto.
Edificó también altares en la casa de Jehová, de la cual había dicho Jehová: En Jerusalén estará mi nombre perpetuamente.
Edificó asimismo altares a todo el ejército de los cielos en los dos atrios de la casa de Jehová.
Y pasó sus hijos por fuego en el valle del hijo de Hinom; y observaba los tiempos, miraba en agüeros, era dado a adivinaciones, y consultaba a adivinos y encantadores; se excedió en hacer lo malo ante los ojos de Jehová, hasta encender su ira.
Además de esto puso una imagen fundida que hizo, en la casa de Dios, de la cual había dicho Dios a David y a Salomón su hijo: En esta casa y en Jerusalén, la cual yo elegí sobre todas las tribus de Israel, pondré mi nombre para siempre;
2 Crónicas 33:3-7
En términos modernos podríamos decir que nos encontramos frente a un hijo rebelde, que al momento de tener la oportunidad de reinar, resolvió hacer todo lo contrario a lo que había aprendido de su padre.
Siempre reconocemos el valor del ejemplo en la formación de los hijos y hasta podemos comprender cierta conducta impropia de ellos, cuando son los mismos padres quienes con su obrar están estableciendo un modelo negativo para ser imitado.
Sin embargo este es el caso opuesto, entiendo por lo que nos expresa la Palabra que Manasés tuvo la oportunidad de aprender directamente de un hombre temeroso de Dios como era Ezequías; no obstante su rebeldía y sus ímpetus juveniles lo llevaron a deshacer todo lo que su padre había avanzado en el sentido de terminar con la idolatría.
Entonces por causa de su rebeldía contra Dios, perdió su reinado y fue llevado cautivo, pero recién allí, pudo reconocer que Jehová era Dios y obrar en consecuencia
11 Jehová trajo contra ellos los generales del ejército del rey de los asirios, los cuales aprisionaron con grillos a Manasés, y atado con cadenas lo llevaron a Babilonia.
12 Mas luego que fue puesto en angustias, oró a Jehová su Dios, humillado grandemente en la presencia del Dios de sus padres.
13 Y habiendo orado a él, fue atendido; pues Dios oyó su oración y lo restauró a Jerusalén, a su reino. Entonces reconoció Manasés que Jehová era Dios.
Finalmente, llegó el tiempo del arrepentimiento y reconoció a Jehová como único Dios. Al hacer esto y quitar todo lo que lo ligaba a adorar otros dioses, Jehová lo restauró a su posición de reinado sobre Jerusalén.
Haberlo sacado del cautiverio ya hubiera sido un precioso milagro, sin embargo, Dios no se quedó ahí. Al ver que Manasés pudo humillarse en su presencia, decidió exaltarlo y restaurarlo a su posición de privilegio.
Esta historia me hace pensar en tantos hijos rebeldes que a la hora de tomar sus propias decisiones, desechan los consejos de los padres o lo que les fue enseñado a través de su educación. Avanzan con ímpetu juvenil con el desparpajo del que cree saberlo todo y a pesar del buen ejemplo recibido, deciden desviarse en sus caminos.
Cuántas historias escuchamos de padres que se preguntan en qué fallé para que me hijo me ignore o ni siquiera tome en cuenta mis consejos. Sin embargo, la historia de Manasés nos muestra que a pesar de la rebeldía y el dolor como consecuencia del pecado, llegó el tiempo de arrepentimiento y la consiguiente restauración para su vida.
Cuántos jóvenes se encuentran atrapados con grillos de drogas, depresión, alcohol, relaciones ilícitas, puestos en angustia como consecuencia de no obedecer la Palabra de Dios y seguir su propio pensamiento. Cuántos hijos están literalmente privados de la libertad, sufriendo y trayendo dolor a familias completas.
Tal como sucedió en la vida de Manasés, la restauración es posible, cuando nos humillamos delante de Dios, nos arrepentimos y cambiamos nuestra conducta con el objetivo de poner nuestra vida en sintonía con la Palabra de Dios.
Padres, no es tiempo ahora de preguntarse o auto culparse por las fallas en la educación, pero sí  de levantarnos a clamar y declarar que la restauración que obró en la vida de Manasés, sea una realidad también para la vida de cada hijo, que por rebeldía ahora se encuentra atrapado en angustia y aflicción.
No es tiempo de desmayar ni desanimarse, por lo cual es necesario perseverar en la oración, creer y clamar por un poderoso milagro de restauración para la vida de tus hijos.
Daniel Zangaro

Fuente:  Daniel Zangaro CVCLAVOZ

DEMONIOS Y ESPÍRITUS



"DEMONIOS Y ESPÍRITUS"
¿Que hacemos?

Hace unos días posteaba sobre el accionar de los espíritus y demonios, allí surgieron muchas preguntas.
Una en específico, es la que quiero abordar en esta oportunidad, alguien preguntaba si ante una situación de un ataque espiritual, se debía recurrir a un siervo de Dios que tuviera el don, o si por propia cuenta debíamos reprenderlos.
Si bien es cierto, que no todos los dones operan en algunos, y que para cada situación se requiere de un don específico, esto está claro en la enseñanza del Apóstol Pablo:

"Empero hay diversidad (repartimiento. antigua versión) de dones; más el mismo Espíritu es. Y hay repartimiento de ministerios...Y hay repartimiento (diversidad) de operaciones...Más todas estas cosas obra uno y el mismo Espíritu, repartiendo particularmente a cada uno como quiere"  (1 Corintios 12:4-6...y 11)

Los dones se entrelazan y se complementan de una forma maravillosa, a veces para expulsar un demonio, opera el don de discernimiento, la autoridad. el don de fe, palabra de ciencia, y el don de milagro, entre otros.
Para todo lo espiritual siempre, se requiere la intervención sobrenatural del Espíritu Santo.
Una enseñanza espiritual, requiere el don de maestro, para administrar espiritualmente, el don de administración, para exhortar, el don de exhortación, y así para servir, para pastorear, para evangelizar. para orar por liberación, etc.
Esta realidad no puede ser ignorada, pero tampoco debemos creer que estos dones sean patrimonio de alguna personalidad o que alguien puede monopolizar estos dones.
Para ponerlo en un ejemplo:
¿Como actuamos cuando nos encontramos con una persona enferma o atormentada por espíritus?
¿Le pedimos que espere hasta que llamemos al hermano que tiene el don de sanidad, o a quien es usado para expulsar demonios?
¿Y si le buscamos, y no se encuentra o está de viaje, le pedimos al enfermo que espere su regreso?...¿Que vuelva dentro de quince días?
No!! Indudablemente no procedemos de esa manera, en fe oramos y creemos que Dios hará lo que sea necesario, seas hombre, mujer o líder.
El párrafo clave de esto está en 1 Corintios 12:11:

"Mas todas estas cosas obra uno y el mismo Espíritu repartiendo particularmente a cada uno COMO QUIERE"

Como quiere, cuando quiere, y en quien quiere.
El que hace todas las cosas es Dios.
Es un gran error cuando se dice, fulano tiene el don de sanidad, mengano tiene el don de profeta, o el don de discernimiento, no es correcto, no funciona así, si alguien lo tuviera, si fuera propio alguno de los dones, lo utilizaría a voluntad.
He visto grandes sanidades y maravillas en mis campañas, he sido usado en liberaciones cientos de veces, pero nada de esto es mío, no funciona cuando yo quiero, si así fuera recorrería uno por uno, los hospitales y clínicas de mi país, y los dejaría vacíos.
Soy usado con el don de profecía, pero no cuando yo quiero, no me atrevería a anunciarme "Mañana venga a recibir una palabra profética", si pudiera manejarlo yo, los estadistas y gobernantes, los financistas y empresarios del mundo vendrían a consultarme.
Escuchamos decir en el ambiente cristiano: "El Pastor fulano tiene cinco dones"..."El evangelista tal, tiene siete dones" o "Pablo tenía los nueve dones".
Esto es erróneo, los dones son de Dios, del Espíritu Santo y se manifiestan a través de la Iglesia (la Iglesia somos nosotros) Dios reparte cuando y como lo cree necesario, según su voluntad, lo que debemos hacer nosotros (líderes o no) es permanecer en comunión, conectados a la fuente, dispuestos, y todo lo que Dios tiene va a aparecer a través de nuestra vida.
Por eso Jesús dice:

"Y estas señales seguirán a los que creyeren: en mi nombre echaran fuera demonios, hablaran nuevas lenguas; quitarán serpientes, y si bebieren cosa mortífera no les dañará; sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán"  (Marcos 16:17-18)

Dice: "LOS QUE CREYEREN" no dice el profeta, el apóstol, el pastor, el que posee el don, dice: "EL QUE CREE"

¿Como funciona entonces? Creemos y oramos, oramos y creemos, que Dios hará.
Las nueve manifestaciones que aparecen en 1 Corintios 12:8-10, son REPARTIDAS en la voluntad de Dios, luego hay "repartimiento de ministerios" y "de operaciones", algunos de estos pueden ser más permanente en el hombre, como el don de maestro, el de Pastor, o el de evangelista, o las operaciones o "facultades" que menciona 1 Corintios 12:28
"Facultades"..."ayudas"..."gobernaciones"

"De manera que, teniendo diferentes DONES según la gracia que no es dada, si el de "profecía"; úsese conforme a la medida de la fe, o si "ministerio", en servir, o "el que enseña", en doctrina; "el que exhorta", en exhortar, "el que reparte", hágalo con simplicidad; "el que preside", con solicitud, "el que hace misericordia" con alegría" (Romanos 12:6-8)

Todo Cristiano en comunión con Dios, debe de orar, debe creer que Dios sana y liberta, que los demonios y espíritus inmundos se sujetan en el nombre de Jesús, si te topas con un enfermo, primero le presentas a Cristo como su salvador y luego oras para que sea sanado, si te cruzas con un  espíritu, lo reprendes en el nombre de Jesús, te asombrarás de lo que Dios puede hacer a través de ti.

Fuente: Pastor Sergio Gebel