La comercialización de la fe
Cachet: en las jergas Argentinas significa: la cotización de un artista en el mercado. (la tarifa que cobra)
Muchos han transformado el evangelio en empresas multinacionales, vendiendo, cobrando, armando todo un merchandising del ministerio, para incrementar la rentabilidad, banderines, llaveros, prendedores, gorritos, lapiceras, stickerts, calcos, remeras, cuadros, adornos, etc. etc.
También los llamados "pactos" de dinero, en los que se incentiva a colocar dentro de un sobre, cierta cantidad, para obtener algún tipo de bendición especial.
Además nunca podemos nosotros los seres humanos "pactar" con Dios, y menos con dinero, pacto significa: un contrato, concierto o convenio entre partes para OBLIGARSE mutuamente.
Alguien que conoce a Dios, ¿puede creer remotamente que algún ser humano, la criatura, puede "obligar" al Creador a algo? es delirante pensar así.
Ofendemos a Dios cuando pretendemos con dinero "comprar" algún favor.
Lo que el hombre puede hacer es un propósito, o un voto con Dios, una promesa de ayudar en la obra, ayudar algún obrero de Dios, puede donar o cooperar en algún ministerio, conforme sienta de hacerlo, de voluntad, por gratitud, aún el diezmo no puede ser obligado, debe ser un propósito.
"Comprar" una bendición a través de un "pacto"; pacto que hace el hombre, (una sola parte, con quien no necesita y es dueño de todo) no tienen respaldo bíblico, por el contrario, contradice ciertos principios cristianos, como:
"Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos" (Hageo 2:8)
Dios no necesita de nuestro dinero, nosotros necesitamos de el, cuando ofrendamos lo hacemos porque nosotros necesitamos, no Dios.
"Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata" (1 Pedro 1:18)
Nunca pretendas "comprar" nada de Dios, con algo tan corruptible como el dinero, lo de Dios, comenzando por la salvación y el perdón de nuestros pecados, se obtienen por gracia, y gracia significa: "favor inmerecido". (de gratis) Recibimos de gracia y debemos darlo de gracia.
"Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia: No os proveáis de oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos..." (Mateo 10:7-9)
Hay un precedente en la historia de la Iglesia del primer siglo:
Un hombre que se había convertido y bautizado escuchando la predicación del evangelista Felipe, observó la operación de un don:
"Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los Apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, diciendo: Dadme también a mi ese poder, para que cualquiera a quien yo le impusiere las manos reciba el Espíritu Santo. Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero. No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios. Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, SI QUIZÁS te sea perdonado el pensamiento de tu corazón" ( Hechos 8:17-22)
Aquí se ve la posición de Dios en este tema, por la respuesta de Pedro, no se pueden "comprar" las bendiciones, ni los favores, ni los dones de Dios, no podemos pagar por predicación o por alabanzas, tampoco por las enseñanzas bíblicas.
Pablo tenía muy en claro, el por que predicaba y enseñaba:
"Pues si anuncio el evangelio, no tengo porque gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mi si no anunciare el evangelio!" ( 1 Corintios 9:16)
No estoy aparte de que la Iglesia necesita del dinero, los siervos de Dios viajan, se hospedan, se visten, comen, tienen familia, las congregaciones pagan rentas, servicios, radios, infraestructuras, etc. un evento importante requiere de mucho dinero.
Los recursos, deben obtenerse en el diseño de Dios, como enseña la Escritura, los cristianos son bendecidos y AGRADECIDOS, así aprenden a dar, se les enseña a dar, a ser generosos, y hacerlo voluntariamente, sus ofrendas, las primicias y sus diezmos, no hay necesidad de transformar el templo en un mercado.
No hace falta vender nada dentro de la Casa del Señor, ni hacer rifas, ni bingos, ni concursos, ferias o desfiles, ni los llamados "pactos", ni vender entradas o tickets, ni establecer una tarifa para predicar o cantar.
Si alguien quiere hacer su negocio, y este negocio es honesto, hágalo fuera de las cosas de Dios, no usen las cosas de Dios para mercadeo.
Parece que nos olvidamos que la única vez que Jesús enfureció, fue cuando se encontró con los mercaderes dentro del templo, que vendían y compraban, tiró las mesas y las sillas y los echó con un azote de cuerdas (Mateo 21:12-13) y tampoco debemos olvidar que ese templo sería destruido, no quedaría piedra sobre piedra, (el mismo lo profetizó) ¿porque tanto celo entonces? por lo que representaba y por lo que se hacía en un lugar que tenía un propósito más elevado "casa de oración".
Fuente: Pastor Sergio Gebel