¿No te envió yo?
Y mirándole Jehová, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo? Jueces 6:14
La Biblia nos cuenta la historia de un hombre llamado Gedeón, que estaba inmerso en una situación que también nos desesperaría a muchos de nosotros. Por causa de la rebeldía del pueblo de Israel, Jehová los había entregado en manos de los madianitas y estos los atacaban constantemente, saqueándolos a tal punto, que ni siquiera tenían lo básico para comer.
Allí estaba el pueblo de Dios, inmerso en el temor, sometido a un enemigo ante el cual se sentía débil e incapaz de enfrentar. Los israelitas solo atinaban a hacer cuevas, para guardar algo de comida e impedir de tal manera que fuera robada por sus enemigos. Entre ellos estaba Gedeón, haciendo lo que podía para sobrellevar el mal momento, y como tantos hombres que se sienten abrumados ante una situación, solo trataba de hacer algo para sobrevivir.
Gedeón ante sus propios ojos, era un hombre digno de lastima, sin futuro ni ambiciones, ya que solo pensaba en asegurar su subsistencia. ¡Pero que diferente era la mirada de Dios! El lo veía como un varón esforzado y valiente, un hombre con el potencial de liderar a su pueblo para finalmente vencer a los madianitas que tanto los acosaban.
Gedeón dudó ante un llamado tan grande, pero no lo juzgues ni te apresures a hablar de su falta de fe, porque si revisamos en nuestras propias vidas, esta actitud es mas común de lo que nosotros pensamos. Pero me llama la atención la expresión que Dios usó: ¿No te envió yo? Como diciendo: ¿Tu sabes con quien estás hablando, has pensado en quien es el que te está encargando esta misión?
Muchas veces, al igual que Gedeón, perdemos de vista la grandeza y el poder de nuestro Dios, las circunstancias nos asfixian, no se ve un futuro distinto ni mejor y solo se atina a sobrevivir como por inercia. Pero sobrevivir no es vivir, ni siquiera es lo que Dios preparó para nosotros, ¡cuantas promesas bíblicas nos muestran los planes que Dios tiene para nosotros y cuantas otras nos hablan de conquista, prosperidad, expansión de territorio y el alcance de nuevas metas!
Pero nosotros lo Gedeones de este tiempo también dudamos, pensamos que esto es todo lo que hay, que poco y nada cambiará en el futuro, sin embargo quiero que reflexiones en esa simple pregunta que el Señor le hizo a Gedeón: ¿Acaso no te envió yo? ¿No fui yo el que te di todas esas promesas que lees en la Biblia, realmente conoces quien soy y mi poder?
Finalmente Gedeón, lleno del Espíritu de Dios y contando solo con trescientos hombres, pudo conquistar lo que parecía imposible. Dios conforme a su Palabra cumplió su promesa y entregó a los madianitas en manos de Gedeón. Dios puede entregarte muchas cosas en tus manos, si tan solo puedes creer y comprender quien es el que esta contigo peleando a tu favor.
Es tiempo que te levantes como un nuevo Gedeón, que aun a pesar de sus temores y dudas, obedeció a Dios y Él le dio una resonante victoria. Ve con estas tus fuerzas y enfrenta las pruebas, las circunstancias, el imposible, la enfermedad, la pobreza, no hay enemigo que no puedas derrotar, si por un momento tomas consciencia de quien pelea por ti.
La Biblia nos cuenta la historia de un hombre llamado Gedeón, que estaba inmerso en una situación que también nos desesperaría a muchos de nosotros. Por causa de la rebeldía del pueblo de Israel, Jehová los había entregado en manos de los madianitas y estos los atacaban constantemente, saqueándolos a tal punto, que ni siquiera tenían lo básico para comer.
Allí estaba el pueblo de Dios, inmerso en el temor, sometido a un enemigo ante el cual se sentía débil e incapaz de enfrentar. Los israelitas solo atinaban a hacer cuevas, para guardar algo de comida e impedir de tal manera que fuera robada por sus enemigos. Entre ellos estaba Gedeón, haciendo lo que podía para sobrellevar el mal momento, y como tantos hombres que se sienten abrumados ante una situación, solo trataba de hacer algo para sobrevivir.
Gedeón ante sus propios ojos, era un hombre digno de lastima, sin futuro ni ambiciones, ya que solo pensaba en asegurar su subsistencia. ¡Pero que diferente era la mirada de Dios! El lo veía como un varón esforzado y valiente, un hombre con el potencial de liderar a su pueblo para finalmente vencer a los madianitas que tanto los acosaban.
Gedeón dudó ante un llamado tan grande, pero no lo juzgues ni te apresures a hablar de su falta de fe, porque si revisamos en nuestras propias vidas, esta actitud es mas común de lo que nosotros pensamos. Pero me llama la atención la expresión que Dios usó: ¿No te envió yo? Como diciendo: ¿Tu sabes con quien estás hablando, has pensado en quien es el que te está encargando esta misión?
Muchas veces, al igual que Gedeón, perdemos de vista la grandeza y el poder de nuestro Dios, las circunstancias nos asfixian, no se ve un futuro distinto ni mejor y solo se atina a sobrevivir como por inercia. Pero sobrevivir no es vivir, ni siquiera es lo que Dios preparó para nosotros, ¡cuantas promesas bíblicas nos muestran los planes que Dios tiene para nosotros y cuantas otras nos hablan de conquista, prosperidad, expansión de territorio y el alcance de nuevas metas!
Pero nosotros lo Gedeones de este tiempo también dudamos, pensamos que esto es todo lo que hay, que poco y nada cambiará en el futuro, sin embargo quiero que reflexiones en esa simple pregunta que el Señor le hizo a Gedeón: ¿Acaso no te envió yo? ¿No fui yo el que te di todas esas promesas que lees en la Biblia, realmente conoces quien soy y mi poder?
Finalmente Gedeón, lleno del Espíritu de Dios y contando solo con trescientos hombres, pudo conquistar lo que parecía imposible. Dios conforme a su Palabra cumplió su promesa y entregó a los madianitas en manos de Gedeón. Dios puede entregarte muchas cosas en tus manos, si tan solo puedes creer y comprender quien es el que esta contigo peleando a tu favor.
Es tiempo que te levantes como un nuevo Gedeón, que aun a pesar de sus temores y dudas, obedeció a Dios y Él le dio una resonante victoria. Ve con estas tus fuerzas y enfrenta las pruebas, las circunstancias, el imposible, la enfermedad, la pobreza, no hay enemigo que no puedas derrotar, si por un momento tomas consciencia de quien pelea por ti.
Fuente: Daniel Zangaro CVCLAVOZ
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