Invítalo a tu casa
Y el arca de Dios estuvo con la familia de Obed-edom, en su casa, tres meses; y bendijo Jehová la casa de Obed-edom, y todo lo que tenía. (1 Crónicas 13:14).
La Biblia nos cuenta la historia de un hombre llamado Obed – edom, a quien se le concedió el gran privilegio de que pudiera tener el arca en su casa. Como sabemos el arca es un símbolo de la presencia de Dios, por lo tanto cuando Obed - edom abrió su casa para guardar el arca, lo que realmente hizo fue invitar a la presencia de Dios a que entrare y permaneciere en su hogar. Dice la Biblia que por causa del arca Dios bendijo a Obed – edom y todo lo que él tenía.
El ejemplo de la mujer sunamita también puede inspirarnos en el mismo sentido. “Yo te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes, y pongamos allí cama, mesa, silla y candelero, para que cuando él viniere a nosotros, se quede en él.” 2ª de Reyes 4:10
Esta mujer rápidamente se dio cuenta que el que pasaba a menudo por su casa, no era un hombre común y corriente sino un varón de Dios. No sólo que no se conformó con el trato habitual que pudieran tener de un saludo o compartir una comida, sino que le propuso a su esposo hacer un aposento para él, un lugar en el que pudiera quedarse.
Esta mujer estaba determinada a que la bendición no pasara de largo sino que se quedara en su casa y por causa de esta sabia decisión, al año siguiente dio a luz un hijo, siendo estéril y su marido de avanzada edad.
Llevando estos pasajes a nuestras vidas pudiéramos decir: ¡que importante es abrir nuestra casa y nuestro corazón para permitir la entrada de la presencia de Dios! Porque donde Él está, todo prospera, revive y toma nuevas fuerzas. En su presencia hay plenitud de gozo, hallamos paz y solución a cuestiones que humanamente nos parecían imposibles de resolver
Cuando dejas entrar la presencia de Dios en tu casa, Él lo cambiará todo. Pero para esto, es necesario estar dispuestos a que Dios pueda hacer cambios en nuestras vidas, dejar de tener nosotros el control, para que sea Él quien lo tenga. Te animo en este día, a que lleves la presencia de Dios a tu vida y a tu casa, búscalo como nunca antes y verás que al igual que Obed –edom y la mujer sunamita, todo será bendecido por su presencia.
La Biblia nos cuenta la historia de un hombre llamado Obed – edom, a quien se le concedió el gran privilegio de que pudiera tener el arca en su casa. Como sabemos el arca es un símbolo de la presencia de Dios, por lo tanto cuando Obed - edom abrió su casa para guardar el arca, lo que realmente hizo fue invitar a la presencia de Dios a que entrare y permaneciere en su hogar. Dice la Biblia que por causa del arca Dios bendijo a Obed – edom y todo lo que él tenía.
El ejemplo de la mujer sunamita también puede inspirarnos en el mismo sentido. “Yo te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes, y pongamos allí cama, mesa, silla y candelero, para que cuando él viniere a nosotros, se quede en él.” 2ª de Reyes 4:10
Esta mujer rápidamente se dio cuenta que el que pasaba a menudo por su casa, no era un hombre común y corriente sino un varón de Dios. No sólo que no se conformó con el trato habitual que pudieran tener de un saludo o compartir una comida, sino que le propuso a su esposo hacer un aposento para él, un lugar en el que pudiera quedarse.
Esta mujer estaba determinada a que la bendición no pasara de largo sino que se quedara en su casa y por causa de esta sabia decisión, al año siguiente dio a luz un hijo, siendo estéril y su marido de avanzada edad.
Llevando estos pasajes a nuestras vidas pudiéramos decir: ¡que importante es abrir nuestra casa y nuestro corazón para permitir la entrada de la presencia de Dios! Porque donde Él está, todo prospera, revive y toma nuevas fuerzas. En su presencia hay plenitud de gozo, hallamos paz y solución a cuestiones que humanamente nos parecían imposibles de resolver
Cuando dejas entrar la presencia de Dios en tu casa, Él lo cambiará todo. Pero para esto, es necesario estar dispuestos a que Dios pueda hacer cambios en nuestras vidas, dejar de tener nosotros el control, para que sea Él quien lo tenga. Te animo en este día, a que lleves la presencia de Dios a tu vida y a tu casa, búscalo como nunca antes y verás que al igual que Obed –edom y la mujer sunamita, todo será bendecido por su presencia.
Fuente: Daniel Zangaro CVCLAVOZ
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