Como Cristianos sabemos acerca de amar aún a nuestros enemigos, sabemos también que los rencores y resentimientos solo nos perjudican a nosotros mismos, muchas de las veces, el objeto de esos resentimientos, vive feliz y ni siquiera se da por enterado de nuestros sentimientos.
El corazón no perdonador y que guarda amarguras, terminará impactando en tus emociones, en tu salud física, y en tu vida espiritual, la mejor medicina comienza por el corazón:
"Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de el mana la vida" (Proverbios 4:23)
¿Como se puede guardar, o proteger el corazón? preservándolo de aquellos sentimientos negativos que lo dañan, perdonando a quienes nos ofenden, perdonándonos a nosotros mismos, y perdonando a Dios (aunque suene soberbio) y pidiendo perdón cuando ofendemos.
Ahora bien: ¿Que... cuando somos envidiados, odiados o aborrecidos gratuitamente?
Tantísimos ejemplos fueron grabados en la revelación de las Escrituras, el odio fundado y el odio porque si.
Uno de los más destacados en la historia bíblica, el del rey Saúl por quien fuera su más abnegado soldado, David, una vida dedicada a perseguirle, a costa de sus obligaciones como Rey, movilizando todas sus energías y recursos, que se resume magistralmente en la confrontación entre ambos, cuando David le dice:
"¿Tras quien ha salido el rey de Israel? ¿A quién persigues? ¿A un perro muerto? ¿A una pulga? Jehová pues, será juez, y el juzgará entre tu y yo, El vea y sustente mi causa, y me defienda de tu mano" (1 Samuel 24:14-15)
La gratuidad de este aborrecimiento se hecha de ver en la reacción de Saúl:
"...Y alzó Saúl su voz y lloró, y dijo a David: Más justo eres tú que yo, me has pagado con bien, habiéndote yo pagado con mal" (1 Samuel 24:16-17)
Así podríamos recordar a Caín y Abel, aquellos primeros hermanos (odio, convertido en el primer asesinato de la humanidad) y luego la familia de Jacob, aquellos once hermanos aborreciendo a José, porque envidiaban su espiritualidad, tramaron matarle, le vendieron luego como esclavo, odio, intrigas, traiciones, mintieron a la familia sobre su suerte.
La envidia no es como pensamos solo por los bienes, o por el éxito, se envidia la familia, el testimonio, la espiritualidad, la relación con Dios, la inteligencia, la integridad y hasta se envidia la honestidad (por aquellos que nunca pudieron ser honestos)
Daniel en Babilonia, perseguido y acusado sin causa, por comportarse prudentemente, por guardar una conducta, y así la lista seguiría.
Cuando la cosa es gratuita o como suelo decir: "por deporte", no hay mucho que podamos hacer de nuestra parte, solo tratar de protegernos, no puedes poner tu cabeza bajo del hacha, solo que seas masoquista, tratarás de preservarte, el instinto de conservación es propio a todas las criaturas vivas, le hizo a David escapar del palacio y esconderse en las montañas.
Aquí no puedes aplicar el mandamiento de "darle de comer o de beber a tu enemigo", aquí se aplica el siguiente pasaje:
"Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres" (Romanos 12:18)
En cuanto dependa de mi, procuro estar en paz con todo el mundo, somos "hijos de paz", los "pacificadores" serán llamados hijos de Dios (Mateo 5:9), cuando no depende de mi, no debe preocuparme ni quitarme el sueño, Dios conoce nuestros corazones, siempre habrá aborrecimiento gratuito.
Tampoco te atormentes preguntándote: ¿Por que? ¿que hice?¿Cual es el motivo?; el día que le hagas estas mismas preguntas a Dios, cuando llegues a cielo, El te responderá con un : "Porque si, hijo".
Más aún, ayudarás, harás misericordia, te mostrarás amigo, te preocuparas por el otro, mostraras todo interés y de todas formas te aborrecerán, ¿no le sucedió a David con sus propios hermanos? el se preocupaba por ellos y estaba asistiéndoles, les llevaba provisiones de parte de su padre Isaí (1 Samuel 17:17-18) cuando ellos le respondieron:
"Y oyéndole hablar Eliab su hermano mayor con aquellos hombres, se encendió en ira contra David y dijo: ¿Para que has descendido acá? ¿Y a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido" (1 Samuel 17:28)
Su soberbia y malicia era llevarles pan, granos tostados y quesos en obediencia a su padre.
Por último, recuerda siempre, que si esto te sucede, delante de Dios entras en la categoría de los "bienaventurados":
"Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de si, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo..." (Lucas 6:22)
Fuente: Pastor Sergio Gebel
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